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La perversidad del sistema

Las empresas del siglo XXI respondemos a modelos de relaciones personales que tienen poco que ver con los que las jerarquías organizativas donde nos formamos los de mi generación. Nosotros llevamos años trabajando en red con otros microempresarios como nosotros, con personas en las que confiamos y con las que colaboramos puntualmente o de forma más o menos recurrente.

Siempre hemos pensado que una persona sola es muy poco para afrontar la complejidad que exige ayudar a una empresa. Queremos que nuestro equipo crezca porque trabajando con otros profesionales como nosotros, se aprende mucho más y es mucho más enriquecedor y estimulante.

Así que el pasado mes de septiembre, ¡al fin! incorporamos con nosotros a Nerea. Es fantástico trabajar con alguien como ella, con una profesionalidad extraordinaria y unas ganas de aprender espectaculares. Desgraciadamente, la pandemia del covid19 ha acabado de forma súbita con el proyecto en el que ella trabajaba.

Como nuestra especialidad es anticiparnos, no nos ha hecho falta esperar para decidir que nuestra prioridad es transformar nuestro modelo de negocio. Tenemos que adaptarnos al paradigma digital y no presencial. Sin duda, nuestra intención es que Nerea vuelva a incorporarse con nosotros más pronto que tarde. Sabemos que sin ganar dinero se puede aguantar un tiempo. Perdiendo dinero, no mucho…

Así que hemos solicitado un ERTE… ¡y el proceso ha sido surrealista!

Sin entrar en ningún detalle técnico, sólo quiero compartir la angustia que hemos sentido. Toda la legislación está pensada con el supuesto de que, si las empresas pueden hacer un mal uso de las normas, lo harán. Es tan perverso que hasta cuando la norma es para favorecer a los trabajadores, el supuesto de presumir mala fe por parte de la empresa está siempre presente en el sistema.

La paradoja es que, en el caso de los ERTES, presuponer engaño por parte la empresa (la nuestra, o sea, Toni y yo misma que somos quienes decidimos) quiere decir que, si la Administración decide que no admite a trámite el ERTE, tenemos que despedir a Nerea, ¡que es lo que queremos evitar!

Desde luego, los que tenemos una empresa y queremos defender a los trabajadores que hay en ella no podemos estar más solos luchando contra todo el sistema y con nulo reconocimiento del esfuerzo y la energía consumida.

Los que nos hemos reinventado en la economía digital no queremos que se presuma mala fe en nuestras decisiones. Necesitamos tiempo para conseguir proyectos que podamos elegir, no queremos trabajo que nos haga perder dinero en lugar de generar valor.

El progreso depende de personas poco razonables como los que defendemos nuestra empresa a pesar de tener todo en contra.

Defendemos nuestra libertad y merecemos un trato mejor por parte de las instituciones.

Queremos tener un equipo y queremos vivir de ayudar a otras personas que tienen empresas a tener mayor libertad en su vida profesional de la que podrían tener dependiendo de organizaciones y empresas (¡no sólo de empresas!) en las que no les han tratado bien.

Los autónomos y los microempresarios de la economía digital somos muy distintos del modelo económico para el que se pensaron la política fiscal, mercantil y regulatoria en general.

La presunción de culpabilidad es desproporcionada e injusta.

La realidad siempre es bastante distinta cuando te acercas a ella lo suficiente.

¡Seguimos!