“Que nadie se confunda. Las cosas no van bien”
Con estas palabras advertía ayer Fernando Simón sobre la gran crecida de casos de COVID de la última semana.
Es contundente el poder devastador que tienen estas palabras sobre el ánimo colectivo.
Son declaraciones de las que preferiríamos no escuchar.
En medio del verano más extraño que hemos vivido, estamos necesitados de esperanza.
No nos gustan las malas noticias.
Nos hacen sentir emociones negativas que preferiríamos no tener.
Pero las buenas noticias que nos maquillan la realidad tienen un efecto perverso: nos infantilizan como ciudadanos y como sociedad.
La peor noticia de todas es que no seamos capaces de aceptar la realidad y actuar de forma constructiva.
Sin comunicar la situación de los datos reales, no es posible poner en marcha todas las medidas necesarias para que la tendencia sea revertida cuanto antes.
Sin un buen diagnóstico, los problemas no pueden ser resueltos.
Nada podía enseñarnos con tanta contundencia la importancia de los datos para tomar decisiones en un entorno con tantos cambios y tan drásticos.
Nuestros sesgos nos impiden ver el mundo tal y como es. Las personas estamos “programadas” con unos instintos que fracasan de forma estrepitosa cuando tienen que enfrentarse a la complejidad actual.
Si diriges tu propio negocio y no usas tus datos para tomar decisiones, es fácil que los instintos te estén engañando.
Si mides el progreso en términos de “estamos bien” o “estamos mal”, no estás gestionando la evolución. Estás interpretando la realidad de forma rígida.
Si estamos bien, pensamos (¡erróneamente!) que no hace falta actuar.
Si estamos mal… corremos el riesgo de caer en la trampa de… ¡qué mal todo!
La incertidumbre nos impulsa a minimizar los riesgos y la complejidad nos obliga a anticiparnos.
Ante la incertidumbre, nada mejora si no sabemos qué priorizar y lo dejamos al azar.
Confiar en la inercia de la empresa, sólo te llevará al mismo sitio de progresiva reducción de márgenes en el mejor de los casos.
Las personas que tomamos decisiones necesitamos más que nunca disponer de un sistema que nos ayude. Un sistema que nos impida hacerlo en base a nuestros instintos, nuestros miedos y nuestras emociones.
Mi propuesta es que empieces hoy mismo a descubrir el superpoder de los datos.
El management es la parte “aburrida” que es necesaria para consolidar un negocio sostenible: cómo medir los resultados (¡con datos!), fijar objetivos y priorizar las tareas.
Necesitamos un método consistente para medir el progreso y gestionar la complejidad. Necesitamos tomar decisiones que tendrán resultados inciertos.
Te propongo que describas tu propia historia a partir de tus datos económicos.
Describe y escribe la situación de la empresa en base a tus datos reales y al contexto. ¿Qué ha ido bien? ¿Qué ha ido mal? ¿Cuáles son tus expectativas de mejora?
Te propongo cambiar tu relato de “no estamos bien” a “estamos mejorando”
Actuar proactivamente tiene premio. Nosotros lo trabajamos con nuestros clientes. El mes de marzo hablamos con todos ellos y, a partir de la realidad de sus datos y de su contexto, redefinimos su Plan para el 2020 con nuevos objetivos. Construimos mensajes de esperanza que surgieron de una realidad de datos sin maquillar.
Me apasiona cómo evoluciona el management adaptándose a la economía digital. Si quieres contrastar conmigo tu perspectiva sobre tu negocio, estaré encantada de que tengamos una conversación uno a uno en los próximos días. Puedes reservar aquí.
¡Seguimos!