Cuando diriges tu propio negocio, las tareas que haces dejan de ser importantes.
Lo único que importa es lo que consigues.
Venimos de un marco mental en el que habíamos dado una gran importancia a defender una jornada laboral limitada. Sin duda es un derecho importante.
Pero lo que marca la diferencia en la contribución real no depende de hacer o no hacer más horas cada día, sino en aprovechar (o no) el tiempo enfocado a lo que se tenga que conseguir.
Entrar en el detalle de medir el tiempo que dedicamos a cada cosa es una estupidez.
Cuando diriges tu propio negocio, una de las partes más difíciles es gestionar la energía.
Tomar decisiones provoca fatiga. Cuantas más decisiones tomamos y más difíciles son, más espacio y energía consumen de nuestro cerebro. Y cada vez tomamos más decisiones difíciles, porque el futuro es más incierto.
Nadie sabe cuáles son los productos o servicios que van a funcionar en 3 o 5 años.
En lugar de adivinar el futuro, tenemos que crearlo.
La energía humana nos empuja hacia el futuro. Por eso el mayor reto de cualquier empresa es dirigir esa energía a nivel colectivo.
Dirigir una empresa supone dirigir la energía de las personas con las que trabajamos hacia el futuro incierto que imaginamos.
Cuando diriges tu propio negocio, el límite de tiempo que tenemos lo compensamos ejerciendo nuestra libertad de elegir a que tareas lo dedicamos que nos acerquen más a crear el futuro que queremos.
Cuando ese futuro tiene un significado personal en la búsqueda de un propósito, es más fácil dejar de medir el tiempo y enfocar la energía y el esfuerzo en la visión.
La parte más importante de la creación de tiempo y energía es dejar de hacer cosas.
Gestionar la agenda supone decidir qué es importante: a qué le vas a dejar espacio y a qué vas a decir que no.
Cuando diriges tu propio negocio, disfrutar más en el trabajo implica primero olvidarte de las horas que trabajas.
Para mí ha sido útil definir cuál es mi idea de un buen día de trabajo.
Cuando sabes exactamente qué es lo que te encanta de lo que haces es cuando es más fácil replicarlo.
En AFCA nos encanta hacer progresar a nuestros clientes y contribuir más.
Creamos energía cuando hacer lo que más nos gusta nos permite ayudar a otras personas, cuando al mismo tiempo desarrollarnos como personas y profesionales y cuando ampliamos nuestro círculo de confianza con nuevas relaciones.
Las personas que dirigimos nuestro propio negocio, necesitamos una visión clara.
Es la visión lo que nos permite ser efectivos en las acciones que impulsamos.
Tiene una relación directa con la gestión de nuestra agenda.
El reto no es el número de horas trabajadas sino el contenido y la intención de las acciones.
La libertad que supone trabajar para ti no es para hacer lo que quieres. La motivación es dejar de hacer lo que no quieres o con quien no quieres.
¡Seguimos!