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Cambiar y no dejar de cambiar

Nuestro mayor reto para afrontar la transformación digital no es cambiar.

Es cambiar y no dejar de cambiar.

Los que dirigimos nuestro propio negocio, tenemos el estímulo de la tensión permanente: tenemos que aprender a cambiar, aprender a desaprender y hacerlo de forma constante y consistente.

La tensión de que nuestro negocio sobreviva gracias a conseguir clientes que confíen en nuestro trabajo no va a desaparecer.

Podemos combatirlo creando un círculo virtuoso de aprender a superarnos y no dejar de hacerlo. Se trata de aprender haciendo.

Aprender mientras nos equivocamos, desaprender mientras avanzamos hacia la incertidumbre.

Los tres retos clave para gestionar esta tensión:

  • Entender donde ponemos el valor. En lugar de pensar en lo que hacemos, tenemos que entrenarnos en pensar a quién ayudamos y en qué le ayudamos. Lo que hacemos deja de tener relevancia si no nos enfocamos en cuál es la utilidad y el significado para el cliente. El valor que entregamos es en qué convertimos lo que hacemos de forma que consigamos clientes que nos retribuyan por ello.
  • Entender cuáles son nuestros motivos. Cuando tienes tu propia empresa, estar motivado es tener motivos. Cuando identificas en qué situaciones “te pones las pilas” es más fácil perseverar. Cuando sabes lo que estas persiguiendo es más fácil tener una estrategia para progresar y seguir progresando.
  • Entender que el tiempo es limitado. La conciliación entre la vida y el trabajo no la arregla ninguna ley. Cuando trabajas para tu propia empresa, es un problema emocional y depende de ti. Para ser efectivos, no podemos elegir hacer sólo  lo que más nos apetece o lo que se nos da mejor. Dedicar tiempo hoy a lo que queremos ser en el futuro es un ejercicio imprescindible de autogestión personal.

 

No hay nada que impulse mejor el cambio que el propio autoconocimiento de lo que queremos. Es básico para tomar decisiones hoy que puedan construir el futuro por mucha incertidumbre que haya.

Tenemos la responsabilidad por los resultados que obtenemos. Es una responsabilidad que incluye el compromiso de ofrecer retos estimulantes a las personas con las que trabajamos.

A cambio obtenemos la libertad de tomar nuestras propias decisiones.

Para progresar dentro del caos, nos va a ayudar apoyarnos en las relaciones personales que cultivamos. Es lo que nos hace fuertes y resilientes.  

La transformación digital va de personas.

Progresar en la complejidad es incompatible con los superhéroes. Una persona sola es muy poco. Ser autónomo (¡autogestionarse!) es tan sólo el principio.

Sin humildad no hay aprendizaje.

Sin vocación de servicio no hay futuro en la economía digital.