Muchas personas dicen que planificar no sirve de nada, pero no es cierto.
Lo que sí que es cierto es que cuando el entorno es incierto y complejo, tenemos que planificar de forma distinta.
El significado de planificar cambia.
En los últimos días estamos trabajando sobre los datos de los cierres contables de nuestros clientes. Se acumulan todas las tareas de procesar la información.
Sabemos que cuanto antes hagamos nuestro trabajo interno, antes van a poder tomarse acciones para mejorar los resultados.
Es la primera parte del proceso: datos y análisis. Pero sin el contexto, los datos no aportan nada.
Por eso programamos conversaciones extensas con todos nuestros clientes para situar en el contexto actual como han ido los resultados de este 2020 tan extraño.
Curiosamente, estamos pasando muy por encima del cierre del año. La razón es que el resultado final del 2020 en ningún caso ha sido una sorpresa.
Ante la incertidumbre actual, el foco de todas las conversaciones está en cómo será el 2021.
Los planes de acción que definimos entre los meses de abril y mayo para adaptar la realidad de las expectativas y poder gestionar en base a ello, ha dado sus frutos.
Estos planes han actuado como hojas de ruta que en su momento pudieron reducir considerablemente la angustia ante la incertidumbre.
En lugar de seguir en “estado mental de alarma”, fue posible construir un relato de futuro que mantuviera vivas las esperanzas, y minimizara los riesgos financieros.
El seguimiento de la información clave mes a mes a partir del Plan de acción, ha permitido dar claridad y foco a nuestros clientes. Les ha permitido tomar mejores decisiones para impactar de la mejor forma posible los efectos de la pandemia. La clave ha sido medir los resultados en base al Plan para convertir la información en conocimiento del negocio.
Estamos muy contentos de poder decir que ha sido así en todos los casos con los clientes que han confiado en nuestro acompañamiento.
¿Y el 2021 qué?
No tener un Plan, no es una opción.
Un Plan de acción debe ser realista y ambicioso.
Debe centrarse en tratar de asumir un reto más o menos disruptivo en un horizonte temporal de uno o dos años. En nuestro caso es la digitalización de todos nuestros procesos… puede ser cualquier lugar a donde queramos llevar a nuestro negocio desde la situación actual.
Este Plan debe mostrar los límites que financieramente no podemos traspasar.
No pretendemos adivinar el futuro.
Pero sabemos que tenemos que poner un límite a la deuda asumible por el ritmo de cada negocio. Es imprescindible para avanzar en la incertidumbre minimizando riesgos.
Un Plan de acción debe ser sobre todo un estímulo para la acción y un relato de esperanza.
Nos permite adelantar la situación que queremos conseguir y convertirla en el estímulo que necesitamos para avanzar en contra de la inercia.
La clave para integrar el Plan es nuestro día a día es considerarlo una prueba piloto. Si no funciona no es un fracaso, son datos. Los datos nos permiten aprender y no dejar de aprender de lo que funciona y lo que no en la transformación digital de nuestro negocio.