No puedes evitar que cada vez que acabas un tema, aparece uno nuevo del que te has de ocupar… y otro, y otro más…
No vas a poder evitar que pasen cosas no previstas
Las jornadas acaban siendo demasiado largas y te dejan sin energía.
No puedes evitar todos los estímulos que provocan tu reacción y la de tu equipo, y acabáis trabajando demasiado.
Podrías contratar a otra persona para que os ayude…
Pero los costes no pueden seguir aumentando cuando los precios ya están ajustados a lo que los clientes aceptan.
“A algunas personas les gusta hacer las cosas complicadas, pero la clave es simplificar”
Esta frase es de Taiichi Ohno, ingeniero y directivo de Toyota y creador de la filosofía Lean Manufacturing. Toyota pasó de estar al borde de la quiebra en la década de los 40 a convertirse en una de las compañías líderes mundiales de producción de automóviles.
En lugar de aplicar economías de escala como estaban haciendo los americanos y los alemanes, Ohno fue implementando métodos que eliminaran el desperdicio en el proceso productivo, de forma que redujeran los costes de producción.
El origen de esta revolucionaria innovación fue la necesidad imperiosa de cambiar para tener y mantener una ventaja competitiva a nivel internacional. Para mejorar su productividad, Ohno entendió el proceso de producción como un flujo visto desde el final, es decir, la demanda del mercado.
Este cambio mental, junto a la observación, la imaginación y su experiencia como ingeniero, fueron las palancas que transformaron el desperdicio en creación de valor.
Cuando las tareas y los procesos se complican, la clave es la simplicidad.
Puede que te sorprenda si te digo que la facturación basada en una tarifa de honorarios a cambio de las horas trabajadas es un negocio insostenible a largo plazo.
Puede serlo durante un tiempo, sin duda, muchos años e incluso décadas.
Pero a medida que la economía digital transforma los productos en servicios, la personalización que el cliente quiere lleva a aumentar la complejidad de los procesos y las horas dedicadas tienden a aumentar. Las ineficiencias que se acaban acumulando son muy grandes.
Especialmente cuando interviene tu cliente en el proceso.
¿Qué puedes hacer?
Te propongo que pienses como Ohno, que pienses según la filosofía Lean
Te propongo que pienses en tus procesos empezando por el final, por el valor que percibe tu cliente.
Descubrirás:
- Que a tu cliente no le importa las horas que has pasado con su caso
- Que no conoce ni sabe ni le importan las normativas, los reglamentos que has tenido que estudiar y los cursos de formación a los que has tenido que asistir
- Que “sólo” necesita tener su problema resuelto
Desde el punto final del proceso, deberías revisar toda la “producción” para reducir las tareas que son un desperdicio.
“Los costes no existen para ser calculados sino para ser reducidos”
Ahora solo queda bajar a la tierra las buenas intenciones y ponerlo en la agenda.
Si tú también quieres contar lo que realmente cuenta en tu negocio y quieres que te explique cómo lo hacemos nosotros con nuestros clientes, te invito a tener una sesión estratégica conmigo en los próximos días.
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